Gestión sostenible de áreas silvestres protegidas: preservando la naturaleza para las generaciones futuras
La gestión sostenible de ASP no está exenta de desafíos. La presión de las actividades humanas, como la agricultura, la minería y la urbanización, puede comprometer la integridad de los ecosistemas, entendiendo que éstos se encuentran insertos en un sistema complejo de paisajes, en donde los límites de estas zonas son difusos en términos de conservación, por lo que una visión integral, principalmente en instrumentos de ordenamiento territorial, es importante para poder asegurar la conservación de la biodiversidad fuera y dentro de ellas.
En el marco del Día Internacional de los Parques Nacionales, es esencial abordar el concepto de gestión sostenible de Áreas Silvestres Protegidas (ASP). Estas áreas desempeñan un papel fundamental en la conservación de la biodiversidad, la protección de ecosistemas frágiles y la promoción de la educación ambiental.
La gestión sostenible de ASP implica el manejo cuidadoso de estos espacios para satisfacer las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades. Esto requiere un equilibrio delicado entre la conservación de la biodiversidad, la mitigación de impactos humanos y el fomento del desarrollo sostenible. La gestión sostenible busca garantizar que estos espacios naturales sigan siendo saludables y productivos a lo largo del tiempo.
La protección y conservación de la diversidad biológica es el pilar central de la gestión sostenible. Esto implica la preservación de hábitats críticos, la restauración de ecosistemas degradados y la prevención de la extinción de especies. Junto con esto, la participación ciudadana, involucrando a las comunidades locales y las poblaciones indígenas en la gestión de estas áreas es esencial. Sus conocimientos y tradiciones, y su conexión con la tierra, pueden enriquecer las estrategias de conservación.
Otro aspecto relevante para la gestión sostenibles de las ASP es la investigación y monitoreo, es decir, la toma de decisiones basadas en la investigación científica y el monitoreo constante de los ecosistemas. Esto permite comprender mejor los cambios en la biodiversidad y ajustar las estrategias de gestión asegurando su mejoramiento continuo.
A su vez, dentro de las actividades económicas que se relacionan directamente con estos espacios, encontramos que el turismo puede generar ingresos vitales para la conservación de estas zonas, pero debe gestionarse de manera sostenible para evitar la degradación del medio ambiente, sin sobrepasar su capacidad de carga y sin alterar los hábitats que las componen.
La creación de conciencia sobre la importancia de la conservación y el respeto por la naturaleza es crucial. La educación ambiental puede inspirar una conexión más profunda con las áreas protegidas y promover prácticas responsables.
Actualmente la riqueza natural de Chile está protegida dentro del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE), administrado por la Corporación Nacional Forestal (CONAF). El sistema se compone actualmente por 107 unidades, distribuidas en 43 Parques Nacionales, 46 Reservas Nacionales y 18 Monumentos Naturales. Estas unidades cubren una superficie aproximada de 18,7 millones de hectáreas, sobre el 21 % del territorio continental de Chile (CONAF,2022). En junio de este año, luego de 13 años de tramitación en el Congreso, finalmente fue aprobada la Ley para la Naturaleza, la cual crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas. Esto es un importante avance normativo en materia de conservación de biodiversidad, que permitirá al Estado contar con un servicio que operará de manera descentralizada en cada una de las regiones del país, con presupuesto propio, con instrumentos de gestión y capacidad de fiscalización. Ahora bien, no debemos olvidar que aún falta la publicación de esta Ley en el Diario Oficial para que sea válida y entre en vigencia.
A su vez, el Plan Nacional de Restauración de Paisajes al 2030, aprobado por el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad el 22 de diciembre de 2021, se posiciona como un instrumento importante dentro de la gestión de las ASP, ya que las evaluaciones globales de la Plataforma Intergubernamental Científico Política sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) y del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) establecen que las redes y sistemas de áreas protegidas y la restauración son algunas de las intervenciones más estratégicas si pretendemos que los paisajes dominados por el ser humano continúen manteniendo, y recuperando, la diversidad biológica y las contribuciones de la naturaleza a las personas.
Chile, con su vasta diversidad de paisajes, ha avanzado en la gestión sostenible de ASP. Por ejemplo, el trabajo conjunto entre el gobierno y organizaciones no gubernamentales ha resultado en la creación de la Red de Parques Nacionales de la Patagonia, lo que representa un modelo inspirador de conservación a gran escala. Además, las reservas marinas en la costa chilena demuestran cómo la gestión sostenible puede extenderse a los ambientes marinos.
La gestión sostenible de ASP no está exenta de desafíos. La presión de las actividades humanas, como la agricultura, la minería y la urbanización, puede comprometer la integridad de los ecosistemas, entendiendo que éstos se encuentran insertos en un sistema complejo de paisajes, en donde los límites de estas zonas son difusos en términos de conservación, por lo que una visión integral, principalmente en instrumentos de ordenamiento territorial, es importante para poder asegurar la conservación de la biodiversidad fuera y dentro de ellas. Además, el cambio climático introduce incertidumbre en la conservación, ya que los patrones climáticos cambiantes pueden alterar los hábitats y las poblaciones de especies. Es por esto que un marco normativo y una institucionalidad ambiental sólida, que proporcionen los recursos técnicos, humanos y económicos para su gestión, son elementos claves para asegurar la sostenibilidad de estas áreas a largo plazo.
Es importante entender que la conservación y la creación de nuevas ASP es una inversión en el futuro de nuestro planeta. Mediante la adopción de enfoques basados en la ciencia, la colaboración intersectorial y la participación comunitaria, podemos garantizar que estos espacios naturales continúen desempeñando su papel vital en la conservación de la biodiversidad y el avance hacia un desarrollo sostenible.